Una vidriera en estado de ruina
La vidriera se realizó en 1908. En la década de los 80 presentaba un estado de ruina. Los paneles inferiores se habían perdido, y los superiores tenían muchas roturas, sobre todo en el tercio inferior.
Estado previo al desmontaje de la vidriera.
Cuando el Gobierno de Navarra recuperó el uso de Bértiz, el vidriero Javier del Río desmontó con cuidado la vidriera y la trasladó a su taller. Para poder manipular los paneles, pegó una lámina adhesiva para darles consistencia. Ese desmontaje era provisional, pero Javier no llegó a restaurar la vidriera.
Los paneles permanecieron en el taller hasta la jubilación del vidriero. Las dos cajas volvieron a Bértiz tal cual se habían ido, panel sobre panel.
El estado en el que se encontraba el plomo era ruinoso, había perdido sus propiedades.
Alteración de los metales.
Los paneles presentaban muchas zonas deformadas, con los plomos retorcidos, doblados, rotos, debido a la pérdida o sustracción de los vidrios.
El estado en el que se encontraba el plomo era ruinoso, había perdido sus propiedades.
La falta de ventilación en el almacenaje ayudó a la aparición de moho y pequeños insectos, que se alimentaron de la suciedad acumulada. También se dañó mucho la red de plomo, afectada por gases emitidos por los tableros de madera de las cajas.
Estas pérdidas dificultaban mucho la manipulación de cada pieza, y por ello la lámina adhesiva colocada en los años 80 tenía una función casi estructural.
La vidriera había perdido las varillas de refuerzo, piezas fundamentales para la conservación de unos paneles de casi 2 metros de altura. Sin embargo, se observaban detalles que indicaban la existencia de estas piezas, como la presencia de óxido en algunas zonas.
Los principales daños de los vidrios eran las fracturas y los depósitos de suciedad presentes por ambas caras.
Las escasas fracturas de los vidrios, localizadas en zonas puntuales, eran tanto de tipo sencillo -una sola fractura- como múltiple –polifracturas o varias fracturas en una misma pieza-.
Las alteraciones de los plomos eran muy graves: el metal había sufrido una reacción de carbonatación. Existían numerosas fracturas y deformaciones.
La masilla ya no tenía elasticidad, al sufrir un deterioro natural por el proceso de secado de sus componentes. Esta alteración es habitual y natural de las vidrieras. La revisión y nueva aplicación de masilla era una práctica habitual de mantenimiento en las vidrieras históricas.